Un día decidimos intentar interpretar dibujando mitos del antiguo testamento.
Empezamos por el libro de la Genesis y el mito de la torre de babel:
“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad”.Génesis 11:1-9
“En general, el mito babélico permite las tres interpretaciones siguientes, estrechamente asociadas entre sí, pero merecedoras de sus respectivas observaciones: 1. Diós castigó a los mortales por aspirar el cielo. 2. Dios castigó a los mortales por perseguir un nombre común. 3. Dios recompensó a los mortales al ofrecerles los lenguajes.
[…]
Si Dios recompensó a los mortales al ofrecerles los lenguajes, ¿cuál fue entonces el significado de la torre? Indudablemente, la torre vendría a significar aquí el poder creativo de los humanos, con lo que su construcción no fue, contrariamente a lo aducido con frecuencia, una empresa enteramente absurda, pues provocó el regalo de los lenguajes. En las dos versiones del castigo que hemos bosquejado, la torre se considera una empresa fracasada al no conseguir sus dos objetivos primarios de conquistar el cielo y el nombre, y si hemos de limitarnos a esas dos visiones del mito, entonces no cabe duda de que el proyecto arquitectónico fracasó estrepitosamente. Su conquista menor sería ilustrar el poder creativo de la humanidad al compartir un consenso, cosa que también podría interpretarse como absurda, pues al final y al cabo la humanidad no alcanza nada de lo que se propone.
Por tanto, en estas vertientes del castigo parecería como si el significado de la arquitectura también estuviera abocado al fracaso, aunque si interpretamos el incidente como una recompensa su significado cambia por entero. Desde este punto de vista, la arquitectura no es fútil pues da lugar a acontecimientos.
Hemos de entender por esto que cualesquiera que sean los eventos que sucedan en la arquitectura o cualesquera que sean los sucesos a los que la arquitectura de a pie, éstos raramente pueden anticiparse del todo, son siempre imprevisibles“.
Daniel Mielgo Bregazzi,
“construir ficciones”, p.75-76
Eva Alemán trabaja en ¨ME¨
Anthokosmos escribe para este blog